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    El terreno de 
    la comedia romántica es particularmente complejo de abordar, puesto que 
    continuamente se corre el riesgo de incurrir en historias que ya se contaron 
    muchas veces y es sabido que cuando la imaginación se agota la indiferencia 
    no tarda en presentarse. Muy parecido al amor de inmediato remite a 
    una comedia inigualable como es Cuando Harry conoció a Sally, pero 
    presenta numerosas desviaciones de aquella historia, lo que vuelve 
    infructuosa, por no decir impertinente, cualquier clase de comparación. 
    
    
    Uno de los 
    pocos aciertos de la comedia de Nigel Cole (cuya película previa había sido
    Chicas de calendario) reside en la fluidez narrativa, que lleva al 
    film a desarrollar esta historia de amor y desencuentros con una velocidad 
    por momentos desconcertante. El problema surge, justamente, cuando se apela 
    a esa fluidez en detrimento de un mayor desarrollo de los personajes, 
    quienes parecen estar definidos con dos o tres rasgos, lo que desnuda una 
    falta de acercamiento a sus verdaderos deseos e inquietudes. 
    
    
    El comienzo de 
    la película es fiel a su idea de apuro por resumir una relación 
    intermitente: Emily y Oliver se conocen en el aeropuerto y en el avión hacen 
    el amor. Luego la errática joven desaparece, es encontrada y pasa todo el 
    día con el muchacho, hasta que llega el momento de seguir con sus 
    respectivas vidas, no sin antes formularse la promesa de un posible contacto 
    en el futuro. Lo que sucede luego, con algunas variaciones, es la misma 
    escena de encuentro-despedida, que hace que el film gire todo el tiempo 
    sobre el mismo lugar, sin que las razones de las partidas constantes queden 
    demasiado claras. Si bien hay un intento de focalizar en las urgencias 
    laborales y amorosas que se presentan con la madurez, esto es tratado con la 
    misma liviandad que los devenires de la pareja protagónica. Por lo tanto, 
    siempre queda la misma sensación de que cada conflicto está introducido 
    forzosamente para que Emily y Oliver no puedan permanecer juntos, rasgo que 
    se vuelve aún más irritante en los tramposos minutos finales. 
    
    
    Los baches 
    narrativos, por momentos, resultan menos obvios gracias a una buena elección 
    de la pareja central: Ashton Kutcher (despojado de ciertos tics) y la 
    luminosa presencia de Amanda Peet (gran actriz, muchas veces relegada a 
    papeles secundarios) hacen justicia al género, dotando a la película de una 
    naturalidad que no se traslada a todo el relato. Y algo más: la idea de 
    romanticismo para Cole es mostrar besos, abrazos, paseos y despedidas con la 
    omnipresencia de melosas canciones. Si bien se percibe un abuso del recurso, 
    escuchar "Brighter than Sunshine" de Aqualung y, sobre todo, "Mint Car" de 
    The Cure es siempre placentero. 
    Milagros Amondaray      
    
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