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    LA ULTIMA
    PUERTA (1)  | 
    Mayo 10, 2000 | 
   
  
     
    Creo coincidir bastante con la critica que hace Guillermo Ravaschino, es un tanto plana o
    densa la pelicula llegando a la mitad. Me parece muy bueno el libro "El Club
    Dumas" del cual se toma el guion, le faltó un poco de ritmo. Supongo que si hubiese
    trabajado Al Pacino o Robert De Niro no se la criticaría tanto, pero la actuación de
    Jonnhy Depp me parece bastante buena. 
      No coincido con algunos diarios como
    Clarin o Ambito Financiero, es verdad que podría salir una mejor pelicula del libro.
    Pero, bueno. Y con respecto al final me pareció bueno porque se insinua pero termina no
    mostrandose al Diablo o LCF. A mi particularmente me gusto, no creo que sea tan mala como
    se comenta. 
      Gracias!! 
       
      Diego Debanne (Haedo, Argentina) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (2)  | 
    Mayo 11, 2000 | 
   
  
     
    A mi me pareció muy buena película, dentro del género es un film inobjetable y como una
    nueva de Polanski a mi me pareció la mejor de su última etapa. No coincido en que la
    película decaiga a la mitad, creo que va en un increscendo que no decae nunca y que tiene
    su punto máximo en el final (como debe ser) y también me pareció muy acertado lo de
    trabajar con el fuera de campo y la insinuación con el DIABLO. Yo la recomiendo tanto
    para los amantes del terror como de Polanski, y para aquellos que uieren ver buen cine. 
       
      Gabriel (Buenos Aires, Argentina) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (3)  | 
    Mayo 15, 2000 | 
   
  
     
    Cuando salí del cine me quedé pensando. De qué género es La última puerta? Es de
    terror? No, porque no asusta nunca. Es una intriga? No mucho, porque siempre nos enteramos
    de todo antes que el protagonista. En fin, es bastante mala. Creo que avanza
    contrariamente a lo que piensa Gabriel: la primer escena es la mejor y a medida que avanza
    se hunde cada vez más rápido. Leí en algún lado elogios de escenarios suntuosos o
    climas bien logrados. Cuando vi la escena de la mansión en la que rinden culto a
    Satanás, no lo podía creer. Totalmente desaprovechada. Más si se la compara con la
    magistral secuencia de Kubrick en "Ojos bien cerrados", esa si que es una buena
    película!!! 
       
      Ramiro Villani (Buenos Aires,
    Argentina) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (4)  | 
    Mayo 17, 2000 | 
   
  
     
    Fui a ver esta pelicula con pocas ilusiones en realidad, dado que lei una crítica que
    decía que la película iba aumentando la atención de los espectadores a medida que
    avanzaba (cosa que coincido) y que decaía en forma desilusionante en el final (lo que no
    me pareció). Si bien es discutible es muchos aspectos, creo que su fotografía y las
    tomas con distintas luces según las ciudades y paises (EEUU, España y Portugal)
    resaltando las particularidades propias según el autor acerca de las mismas y lo que
    antes insinué, la tensión e intriga que va acrecentándose a medida que llega el final,
    hace de ésta una película: interesante. Ciertamente la sensación que a uno le queda
    después de salir del cine es un tanto amarga e inconsistente, pero creo es de destacar
    que durante toda la proyección la atención y curiosidad que despierta el film no es para
    descalificarlo de inmediato. Y sobre el final aunque no es tan asombroso e intenso como el
    resto de la proyección, no se puede discutir que es extremadamente inesperado. De todas
    formas no la considero una pelicula buena, pero creo que es interesante desde este punto
    de vista. 
       
      Diego Belloso (argentino, en Chile) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (5)  | 
    Mayo 30, 2000 | 
   
  
     
    Polanski demuestra en todo sentido por que es un genio del genero satánico, no me parece
    que dacaiga en ningun momento, mas alla de la historia en si, los planos que la camara
    registra son marca registrada y un placer constante. 
       
      Jarod (Buenos Aires, Argentina) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (6)  | 
    Junio 12, 2000 | 
   
  
     
    Decididamente, este Polanski está muy, muy, pero muy lejos de aquel de EL BEBE DE
    ROSEMARY tanto en la calidad de las historias que elije para dirigir como en la dirección
    misma. Ya se le notaba el bajón cuando allá a fines de los 80 dirigió el bodriazo de
    BUSQUEDA FRENETICA con Harrison Ford, lo siguó con otras aun más olvidables y lo remarca
    ahora con esta película de... terror ??? ... de suspenso??? ... DE QUE??? Leí por ahí
    alguna crítica que intentaba poner LA ULTIMA PUERTA a nivel de películas de Polanski
    anteriores muy superiores como la que mencioné al comienzo o REPULSION y LA DANZA DE LOS
    VAMPIROS... pero no, nada que ver. Está a años luz de aquellas buenas épocas. Y es que,
    hay veces que por más que pasen los años el sabor de determinados "vinos" no
    mejora. He aquí la prueba. 
       
      Marcelo Martínez (Montevideo, Uruguay) 
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    LA
    ULTIMA PUERTA (7)  | 
    Junio 13, 2000 | 
   
  
     
    He decidido que mi comentario anterior no fue lo suficientemente concluyente en cuanto a
    los motivos de por qué LA ULTIMA PUERTA es una desastrosa película, sin lugar a dudas
    una de las peores del género, si es que se le puede colocar dentro de los límites del
    género terror. He leído varias veces dentro de este mismo foro comentarios como
    "¿qué tiene que ver la carrera del director y su obra en el análisis de su última
    película?". Pues, tiene que ver... y mucho. No en vano mucha publicidad y crítica
    (generalmente la mala y/o engañosa ) utilizan frases como "Del director de FULANA
    SULTANA llega..." y partiendo de esto es inevitable que uno como espectador y
    cinéfilo haga comparaciones al salir del cine de lo que vió hace un minuto con productos
    anteriores del mismo director. Y resulta ser que en el caso de Polanski la balanza está
    en su contra. Toda su obra de los últimos 15 años hasta la fecha resulta ser de lo peor
    y en absoluto puede ser igualada con su obra anterior a este período. Por todo esto, no
    acepto que se compare su último dislate ni con EL BEBE DE ROSEMARY ni con REPULSION ni
    con EL INQUILINO. 
     
    Pero hablando ya de la película en sí, la ausencia de originalidad en su planteo ya
    empieza a minar su desarrollo. Lo del
    "libro-satánico-que-abre-las-puertas-del-infierno"... ¿ a nadie le suena
    familiar? Verán, allá por 1980 un director desconocido, que se volvería una de las
    promesas más fuertes del cine de terror moderno, hizo una estupenda y terrorífica
    película con tan solo cuatro pesos. Su nombre es Sam Raimi y el nombre de su película
    era EL LIBRO DE LOS MUERTOS (aunque luego la publicidad la haría conocer con el título
    en inglés de EVIL DEAD y por nuestros pagos DIABOLICO). Alli había un lindo librito que
    bastaba leerlo un poco para que todo el Infierno se te viniera encima. Y si me voy un poco
    más lejos una cantidad de películas de terror verdadero exploraban las novelas de H. P.
    Lovecraft y su libro satánico, el Nekronomikon, como lo hacía EL TERROR DE DUNWICH entre
    otras. No creo en absoluto que el tema de "el libro satánico" esté agotado,
    pero Polanski lo explota de una forma tan pobre, tan mala, que a la mitad de la película
    uno siente que sería lo mismo si fuera un papiro o un rollo de papel higiénico. Para
    colmo, la cantidad de elementos sobrenaturales que aparecen a lo largo de la película,
    indispensables en un film de terror auténtico, se limitan a las apariciónes de
    Emmanuelle Seigner y sus clases de levitación y kung-fu baratas que le insinúan muy
    torpemente al espectador que está frente a algún tipo de ser sobrenatural (?) nunca
    llegando a quedar claro que rayos es. Promediando ya la hora y cuarto de película el
    interés en ella se ha perdido completamente, la mitad del cine ya está dormido (y no es
    BROMA, la mitad del público del cine al que yo fui a ver este engendro estaba DOR-MI-DO y
    hasta se sentían ronquidos) llegando a rogarle a los dioses del Olimpo que se termine de
    una buena vez. Y si debo hacer un raconto de lo que me agradó, pues te diré que los 15
    minutos del comienzo y la escena aquella en la que Frank Langella decide convirtirse en
    carne asada, pero nada más. 
     
    En cuanto a la controversia que pueda generarse sobre si es una película de terror,
    suspenso o solo Dios sabe que, esperemos algunos meses a que salga su edición en video.
    Verán que si van a Blockbuster o cualquier otro videoclub, la van a encontrar casi seguro
    en la góndola de cine de terror, pero no se preocupen, estará ahi por descarte. Aún no
    inventan la góndola de las MALAS INCLASIFICABLES. 
     
    Saludos a todos. 
     
    Marcelo Martínez (Montevideo, Uruguay)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (8)  | 
    Junio 23, 2000 | 
   
  
     
    ¿Qué ha pasado con el bueno de Roman? ¿Es
    posible imaginar que Polanski ha hecho semejante bodrio, después de un sólido e
    impecable recorrido a través de catorce películas, la mayoría de ellas memorables?
    Pocos cineastas pueden darse el lujo de contar con una filmografía así de variada, que
    incluye no menos de cinco títulos absolutamente brillantes y potentes. Recordemos, casi
    como ejercicio argumentativo, las joyas que configuran el espectro de su obra: 
     
    En 1962 ataca con la subversiva El cuchillo bajo el agua, triángulo perverso de
    amor y odio a bordo de un velero. En su segunda película, Repulsión (1965),
    inmortaliza a una muy joven Catherine Deneuve en su rol de bella rubia psicótica, creando
    una asfixiante trama de terror apuntalada desde el declive psíquico de la protagonista.
    En 1966, y volviendo a utilizar el recurso de unidad de lugar plasmado en sus dos primeros
    films, compone la increíble Cul-de-Sac, otra vez con un triángulo masoquista
    integrado, al igual que en El cuchillo bajo el agua, por dos hombres y una mujer;
    aquí el humor negro de Polanski comienza a dar sus primeras formas acabadas, lo que
    manifestará de manera más explícita en el horror satírico de La danza de los
    vampiros (1967), en la que realiza la primera actuación protagónica bajo su
    propia dirección. Un año después da a luz a El bebé de Rosemary, con un
    trabajo actoral de Mia Farrow y del resto del elenco a todas luces. Desafiante, rara,
    precisa, barroca, ingenua, claustrofóbica, El bebé de Rosemary se erige en uno de
    los mejores estandartes a la hora de elegir una trilogía de sus películas que más hayan
    perdurado al efecto sin piedad del paso del tiempo. Después dirige una muy prolija
    versión libre de Macbeth (1971), ante la que tanto Shakespeare como Orson Welles
    podrían sacarse el sombrero con absoluta justicia. En 1973 la ya enigmática desde su
    título ¿Qué?, laberinto onírico con Mastroianni y la sugestiva Sydney Rome.
    Luego llega una de las más famosas, Barrio chino (1974), policial
    negro encarnado en la sobriedad de Jack Nicholson y Faye Dunaway, condimentado con la
    breve pero inquietante nueva aparición de Polanski en la pantalla. Es 1976 quizás el
    año de su mejor película, El inquilino, protagonizada por él mismo con una
    actuación tan compleja como descollante, demostrando su excelencia como actor, por si le
    faltara algo (a propósito, sugiero ver la más que interesante y desconocida Una simple
    formalidad, de Giuseppe Tornatore, en donde logra un contrapunto de diálogos y de
    miradas con el gigante Gerard Depardieu francamente admirable). En El inquilino
    Polanski se topa con uno de los mayores inconvenientes que debió sortear en un rodaje: el
    intento -fallido- de afear a la siempre excelente y hermosa Isabelle Adjani, ya que el
    personaje así lo requería. Tres años después la triste y extensa historia de amor Tess,
    que muestra a las claras las tremendas dotes actorales de Nastassja Kinski y el talento
    del director para moverse en un terreno distinto al habitual. A partir de aquí Polanski
    filma cada vez menos, realizando en quince años tan solo cuatro películas: Piratas
    (1986), Búsqueda frenética (1988), Perversa luna de
    hiel (1992) y La muerte y la doncella (1994), donde recién merma en su
    calidad artística con la última, pese al buen trabajo que, una vez más, consigue
    obtener de sus actores. 
     
    Hasta que llegamos a este film previsible, chato y aburrido que es La última puerta,
    un bodrio que parece filmado por cualquier director del montón y no por Polanski. Si bien
    vuelve al ruedo con lo satánico, como en El bebé de Rosemary, aquí hace
    todo mal e inversamente proporcional en eficacia si pensamos en aquella genialidad
    filmada hace más de treinta años; sus obsesiones históricas, en esta ocasión, le han
    jugado en contra. La última puerta (con reminiscencias a Corazón satánico,
    de Alan Parker) apenas puede valorarse por la altura que alcanza ese gran actor que es
    Johnny Depp, la cuidada ambientación lograda, y esos extraños, singulares personajes
    secundarios que sólo Polanski consigue intercalar con maestría en sus relatos. Nada
    quedó de la potencia narrativa, actoral y visual de otrora, menos aun de las sorpresas a
    las que, en clave de horror, de humor negro o bien de fina extravagancia, nos tenía tan
    acostumbrados. Nada de las bellas músicas que acompañaban las historias de Cul-de-Sac
    y El inquilino. Nada del arte de narrar como un artista, un esteta que con su
    artesanía lograba un cine personal y visceral, decididamente único. Aquí Polanski,
    ubicado en una posición entre cómoda y temerosa, y con una llamativa carencia de
    ambición intelectual y de imaginación, nos cierra todas las puertas que con inteligencia
    nos fue abriendo a lo largo de su fecunda filmografía, hace todo tipo de concesiones, se
    dirige a un público más bien bobo contando una historia menor que no logra alcanzar el
    típico magnetismo de sus anteriores películas. Uno se pregunta qué sentido tiene contar
    esta historia (trivial) y de este modo (ingenuo), y como respuesta encuentra un profundo
    silencio. Ante la pobreza de ideas y la mezquina actitud de la mayoría de los cineastas
    del mundo en estos tiempos, es preocupante descubrir que un director de la talla de Roman
    Polanski ofrezca este pobre jugo en la actualidad, esta mediocre producción. ¿Qué
    podemos esperar, entonces, de los demás? ¿Qué puertas? 
     
    Christian Vernal (Argentina)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (9)  | 
    Junio 25, 2000 | 
   
  
     
    A Marcelo Martínez. 
     
    No estoy de acuerdo en absoluto con tu comentario acerca del último filme de Polanski. No
    es ninguna obra maestra pero es un interesante filme de acción bien hecho. Entretiene,
    que no es poco. 
     
    Jon Bilbao (País Vasco, España)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (10)  | 
    Julio 1, 2000 | 
   
  
     
    De acción??? 
     
    Coincido con Marcelo Martínez. Hablando de Lovecraft, te acordás del homenaje de
    Carpenter "En la boca del miedo" y los libros de "Sutter Kane"? Otra
    cosa: cortémosla con las reminiscencias "al bebé de Rosemary". El mejor
    autohomenaje a esta película ya lo hizo en El Inquilino, donde nos creímos la
    conspiración recordando la que había sufrido Mia Farrow. Lo más justo que podríamos
    hacer por La Ultima Puerta es olvidarla. 
     
    Ramiro Villani (Buenos Aires, Argentina)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (11)  | 
    Julio 10, 2000 | 
   
  
     
    A mi la película me gustó muchísimo. No me
    pareció una maravilla del género y es incomparable con otras películas de Polanski
    (Barrio Chino, Repulsión, El Bebé de Rosemary) pero aun así me pareció un muy buen
    relato fantástico. 
     
    Se la puede acusar de fría; si bien me mantuvo interesado todo el tiempo nunca llegué a
    sentir un suspenso muy marcado. Pero lo que pasa es que el director, a mi parecer, tuvo
    como único objetivo contar una historia del estilo que a él le gusta y que hace mucho
    que no filmaba. No trató que la película fuera ni original ni didáctica ni demagógica
    y no trata de explicar lo que no debe ser explicado. Me encantó, por ejemplo, que el
    personaje de Johnny Depp (cuyo trabajo me pareció espectacular) no se traiciona a sí
    mismo, o sea es siempre alguien cínico e interesado en el propio beneficio, no trata de
    ser mejor de lo que es. 
     
    En otras palabras, me parece que es un film para ser visto con la única expectativa de
    pasar un buen rato con una historia fantástica pero sólida. 
     
    Nicolás Kitroser (Buenos Aires, Argentina)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (12)  | 
    Agosto 2, 2000 | 
   
  
     
    Si bien estoy bastante de acuerdo con la
    crítica quiero señalar que dentro de la mediocridad general La última puerta me
    resultó atractiva. Mejor que lo que indica la crítica. Los personajes son interesantes y
    el tema es bastante original, tiene el sello de Polanski. Como Ojos bien cerrados tiene el
    de Kubrick. Coincido en que la escena de la mansión parece inspirada en la de Kubrick, lo
    que no se es quien la hizo primero. Pienso que S.K. 
     
    Cristian Pereyra Lucena (Tortugas, Argentina. Edad: 59) 
     
      N. de la R.:  Sin duda, Cristian, Kubrick la hizo primero.
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    LA
    ULTIMA PUERTA (13)  | 
    Octubre
      16, 2000 | 
   
  
     
      Creo el film de Polanski una fase importante de su carrera, ya que no es
      muy buena la idea, el que realmente logra destacarse, tanto por esa
      sonrisa satánica y esos ojos de tiniebla, fuertes y amigables, Johnny
      Depp, un actor que a lo largo de su carrera ha dejado un fuerte agujero en
      la cinematografia. El reparto es bueno, los rostros, las expresiones, pero
      lo fuerte de esta pelicula es precisamente ese enorme deseo de terminárla
      cuanto antes y concluír con una idea personal, que tal vez después no
      surga. Lo que realmente adimiro es a su protagonista, JOHNNY DEPP. 
       
    Laura Romani
      (Córdoba, Argentina. Edad: 16)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (14)  | 
    Octubre
      31, 2000 | 
   
  
     
      Llama poderosamente la atención el carácter infundado de la mayoría de
      los comentarios vertidos en este foro acerca de la última película de
      Polansky, y sobre todo de algunos que se jactan de haber transitado toda
      la obra del director. Al respecto, y en principio, quisiera preguntarle a
      Diego Debanne: ¿tus fuentes críticas son las de Clarín Espectáculos,
      entre otras, la que le pone cinco estrellitas a los mamotretos que dan por
      tv? ¿Esa misma? Poco serio. Segunda cuestión.Gabriel: ¿Crees como otros
      tantos que la obra de Polansky tiene etapas? Considero que todas sus películas
      forman parte de un mismo proyecto estético y que justamente esta última
      nuclea todas las preocupaciones trabajadas anteriormente. Tercer punto:
      Ramiro, si tu problema son los géneros, te recomiendo que no mires más
      películas de Polansky pero sí de Carlitos Balá. Cómo puede ser que
      tantos se preocupen por el género de la película cuando una de las
      constantes de su filmografía ha sido cuestionar radicalmente el concepto
      de género (el policial negro en Barrio Chino, todos los géneros en Tess,
      las historias de vampiros en La danza de los vampiros, etc.)! Por otra
      parte, para tu información, la intriga no es un género. Además, ¿qué
      sentido tiene la comparación con Kubrick en una escena cuyos propósitos
      pasan más por la parodia que por el afán de grandilocuencia que tiene el
      norteamericano? Me extraña incluso la aclaración de Guillermo,
      contribuyendo aún más a la confusión. Nada más distante entre uno y
      otro. Cuarta cuestión. Diego Belloso: si querés viajar te propongo el
      Travel Chanel. Marcelo de Montevideo: yo diría que te preocuparas, antes
      que descalificar sin sustentos, en reivindicar la nacionalidad de Natalia
      Oreiro (te la regalamos con moño) o en su defecto probá otros vinos.
      Nuevamente la cuestión del género. ¿Para qué? No podés usar un
      calificativo como "desastrosa" cuando tu nivel de argumentación
      es igual al adjetivo que empleás. A veces, hay que agachar la cabeza
      antes de hablar de los grandes directores aun cuando su "ultima película"
      deje que desear. Decís: "una de las peores del género". Te
      pregunto: ¿qué género? ¿Sos dueño de algún video club que te
      preocupa tanto eso? Tus criterios de comparación entre la última película
      de un director y el resto de su filmografía son lamentables y tienen
      menos profundidas que las letras de tu compatriota, la Oreiro. Es
      indefendible acusar a una película porque no te entretuvo. Por si esto
      fuera poco, hablás de la última etapa (¿qué etapa?) como mala.
      Siguiendo ese delirio, te pregunto: ¿Conocés una película de Roman
      Polansky llamada "Perversa luna de hiel"? Ultima cuestión:
      varios le achacan a la película la inclusión de supuestos elementos satánicos
      como principal eje cuando en realidad el centro de atracción pasa por la
      idea del destino a partir de los libros -influencia borgeana por
      excelencia- y en todo caso, si existe una reflexión sobre el mal tiene
      que ver con una retórica que viene trabajando en todas sus películas, de
      las cuales la demonología es sólo un aspecto que, en este caso, aparece
      parodiado. El otro punto es la famosa levitación. Les recomiendo que
      miren las primeras películas del director incluyendo los cortometrajes;
      tal vez ahí, con un poco más de información, entiendan que esa escena
      es un guiño al surrealismo de esas primeras películas.
       
       
    Guillermo y José (Mar del Plata,
      Argentina)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (15)  | 
    Noviembre
      2, 2000 | 
   
  
     
      En realidad este film esta estupendamente dirigido, he leido algunas
      criticas de esta pelicula y creo que son personas que nunca han entrado en
      asuntos relacionados con la gnosis, realmente el mensaje esta claro, yo he
      dedicado gran parte de mi vida a investigar todo este tipo de enigmas que
      estan escondidos en el torah o la santa biblia, escondidos por supiesto en
      claviculas que solo los grandes maestros de la antiguedad conocian a la
      perfeccion, si notaron todos los simbolos que se encontraban en el libro
      ilustrado en este film, son cartas del tarot, incluido el alfabeto hebreo
      o arameo que era el lenguaje de la antiguedad, en rehalidad esto existe yo
      lo he comprobado, con algo tan cencillo, el nombre de la bestia 666,
      escrito en el apocalipcis, no es nada mas que una clave de letras
      escondidas en el escrito seis cientos sesenta y seis, mismas que si quitas
      todas las vocales y consonantes repetitivas queda una frace que dice
      siencia asecina, y todo lleva a un largo proceso de ydentificaccion de
      simbolos, por eso al principio de la pelicula en el primer simbolo o carta
      que muestran del libro si recuerdan dice, el cilencio es oro, si alguien
      esta interesado en saber o conocer mas, acerca de esta informacion estoy a
      sus ordenes, quiero aclarar que no soy satanico, solo investigador, y no
      estoy afiliado a ninguna organizacion, per si alguien de ustedes pertenece
      a alguna y desea invitarme a integrarme a ella con todo gusto acepto.
       
       
    Fernando Martínez Maciel (Tabasco,
      México. Edad: 33)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (16)  | 
    Noviembre
      3, 2000 | 
   
  
     
      Por qué un director superestrella no puede estar detrás de un bodrio o
      de una producción modesta? Por qué no acusar a Pérez-Reverte de la
      frivolidad de esta historia? Por qué no advertir lo desubicados que están
      los efectos especiales? Por qué no presumir que The Ninth Gate es sólo
      un encargo a un superastro de la dirección de cine? Casos hay demasiados,
      sería Pero Grullo el que vendría a enumerarlos. Queda, en todo caso,
      algo de Polanski en La última puerta? Es Polanski una marca registrada,
      un fetiche? Bueno, Pero Grullo: son poquísimos los directores que tengan
      un "sello", una personalidad tan fuerte que trascienda a toda su
      "obra" (véanse las comillas). Uno espera tras tantos
      testimonios que Polanski lo tenga. Trabajando para la industria hay muchos
      menos "autores". La teoría del autor no puede ser ubicua ni
      puede explicar el universo. Ante la garra de otros filmes de Polanski La
      última puerta no se sostiene. Hay una frivolidad en el ocultismo y el
      sesudo demonismo, que la desplaza muy fácil hacia productos coétaneos como El
      sexto sentido, o incluso El proyecto de la bruja de Blair. Cosas como La
      ultima puerta son extremistas: reproducen el complejo borgiano de la risa
      metafísica (Foucault), desbanca una epistemología quieta (la del autor)
      y lleva a querer asimilar cosas tan dispares como La danza con los
      vampiros o Chinatown. No hay etapas? Hay ciclos? El mismo Ravaschino
      empieza su crítica adviertiendo "dos" Polanskis. Tal vez haya más.
      El esfuerzo por encarrilarlo en la teoría del autor reproduciría otros
      Polanskis. El novel, el que trabajó en su país natal, el que ha
      trabajado en la industria más desarrollada, el cínico, el acomodaticio
      de La última puerta, etc. Por qué no? Por qué no admitir que algún
      Gran Maestro tenga de vez en cuando pies de barro? Eso no lo desmerece: lo
      reubica y lo reescribe. Lo demás es teología.
       
       
    Viviano (Managua)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (17)  | 
    Noviembre
      7, 2000 | 
   
  
     
      Me llama la atención el comentario de esos dos foristas de allá arriba
      (Guillermo y José "sin apellidos") que me acusan de
      "descalificar sin sustento" una película cuando la falta de
      sustento de sus propias ideas los obliga a descalificar mis criterios
      cacareando sobre un producto de plástico típico de la "forrándula"
      argentina como la Oreiro, que ni es santa de mi devoción ni pienso
      defenderla solo por que sea uruguaya. Se las devuelvo, con moño incluido.
      LA ULTIMA PUERTA es un BODRIO mayúsculo. Y ya que mencionaron el tema del
      género, lo mismo les pregunto yo; ¿EN CUAL GENERO VAN A METER ESTA
      PORQUERIA? En ninguno de los géneros mencionados en este foro parece
      caber y si en algo les facilita la comprensión de mi comentario
      anterior,les diré que mi punto de vista es ,básicamente, el de un buen
      seguidor de un género que me es tan caro como el del terror. Claro está,
      siempre y cuando convengamos meterla dentro del género... con calzador
      (cosa que hizo la publicidad y toda la crítica "especializada"
      que pude leer), porque a nadie que guste del buen cine de terror le ha
      gustado este bodrio y tampoco creo que Polanski haya creado un nuevo género,
      ni con esta película ni con ninguna otra. Y no, no acostumbro agachar la
      cabeza cuando quiero criticar algo, sobre todo una mala película (además,
      se supone que en este foro hacemos eso, criticar), y si son incapaces de
      notar la decadencia de un director en su filmografía de los últimos
      quince años, pues entonces dedíquense a criticar otra cosa, pero no
      cine. Lo que es realmente inaceptable es que haya gente que piense que
      para criticar una película con propiedad o comprenderla se tenga que
      haber visto hasta los productos documentales que filmó su director hace más
      de cuarenta años. De ser así habría que pensar ,en serio, que el
      director hizo la película para la comprensión de una "elite"
      (en la que podríamos meter de pique a gente como los amigos Guillermo y
      José "sin apellidos") que supuestamente, los han visto y creen
      que su opinión es más válida que la de los demás por haberlo hecho.
      Pero si fuera así, ¿porqué para disfrutar de REPULSION, EL BEBE DE
      ROSEMARY o CUL-DE-SAC no necesité ver nada de la filmografía anterior
      del Polanski? ¿porqué estos films han recibido desde siempre la aprobación
      de todo el mundo y no el repudio mayoritario que recibe LA ULTIMA PUERTA?
      Aún cuando la intención de Polanski hubiera sido hacer una película
      para sola comprensión de sus más acérrimos seguidores, ¿donde y cuando
      lo aclaró?, ¿hay que suponer que esa idea está implícitamente metida
      en algunos tramos de la película? ¿y que hay del 99.9% de los
      espectadores, que fuimos al cine sin saberlo?.
       
      Lo mejor sería que la fanaticada "polanskiera" se sacara la
      venda de los ojos y asumiera la decadencia artística de su gurú. No es
      ninguna verguenza aceptarlo, porque el síndrome de la decadencia está
      pululando mucho en el mundo cinematográfico de hoy y nombres como de
      Palma, Bertolucci o Stone ya no brillan como antaño. Mas bien se apagan.
      Y Polanski no es la excepción..
       
      En cuanto a los que le vieron a al película sentidos metafísicos, gnósticos,
      religiosos y no sé cuantas cosas más, me alegro por ustedes; por lo
      menos encontraron algo con que entretenerse..
       
      Saludos a todos.
       
       
      Marcelo Martínez (Montevideo,
      Uruguay. Edad: 30)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (18)  | 
    Noviembre
      13, 2000 | 
   
  
     
      Mi opinión sobre LA ULTIMA PUERTA
      está en el mensaje #11, pero más allá de eso me gustaría discutir
      algunas cosas que se escribieron acá: 
       
      1) El hecho de que Roman Polanski haya filmado obras maestras en el pasado
      no hace mejor o peor a la película. Puede no cumplir las expectativas del
      expectador, pero nada más. A mí como admirador de la obra de Polanski no
      me decepcionó porque no esperaba que fuera tan buena como sus obras
      clásicas y porque no traiciona la estética y el modo de encarar el tema
      que mantuvo durante toda su carrera. 
      2) Si a una película no se la puede incluir en ningún género no implica
      que sea buena o mala. Por ejemplo, ¿en qué género pondrían a
      CASABLANCA? ¿Acaso les parece una mala película? Ahora, este no es el
      caso de LA ULTIMA PUERTA, este film cumple con todos los requisitos para
      estar ser incluido en el género fantástico, o más exactamente
      fantástico maravilloso (usando la terminología de mi profesor de
      castellano). Es decir, una historia en un marco real donde ocurren hechos
      que "rompen" las leyes físicas. 
      3) Me molestan mucho las comparaciones entre las escenas del culto a
      Lucifer (tengo entendido no es lo mismo que Satanás) de esta película y
      de OJOS BIEN CERRADOS porque no tienen nada que ver uno con el otro.
      Dentro del argumento del film de Polanski ese culto a Lucifer es hecho por
      ricos aburridos y es mirado con absoluto desprecio, por lo que si le daba
      mayor grandilocuencia hubiera habido cierta contradicción en lo que da a
      entender la película. 
       
      Eso es todo por ahora. Saludos. 
       
      
    Nicolás Kitroser (Buenos Aires, Argentina)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (19)  | 
    Noviembre
      15, 2000 | 
   
  
     
      Estoy de acuerdo con el comentario
      anterior sobre la poca importancia que tiene encasillar a esta cosa de
      Polanski en algún género. Aún cuando quizás el género más adecuado
      para meterla sea el fantástico, esto poco importa cuando la calidad del
      film en cuestión es tan baja que se le deberían achacar muchísimos
      otros defectos ya mencionados por mí y otros foristas en sendos
      comentarios. El concepto de género fantástico es sumamente elástico y
      se puede incluir en él casi cualquier argumento que incluya al menos un
      elemento sobrenatural. No importa cuantos elementos sobrenaturales (escasísimos)
      puedas contar en LA ULTIMA PUERTA, igual no funciona. Por ello debo
      insistir: aunque prácticamente la totalidad de la crítica que leí sobre
      ella la trató como un ejercicio de terror, en mi opinión la película no
      encaja completamente en este género y aunque lo hiciera, su nivel seguiría
      siendo malísimo. 
       
      Saludos a todos. 
       
      Marcelo Martínez (Montevideo, Uruguay. Edad:
      30)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (20)  | 
    Diciembre
      13, 2000 | 
   
  
     
      Tarde pero seguro. A Guillermo y José (Mar del Plata): Muchachos, todo
      bien, pero por más que hayan visto los cortos de Polanski, Polanski se
      escribe así, y no "Polansky" (de nada...). A Marcelo Martinez
      (Uruguay): Master, De Palma y Polanski en una vereda, Bertolucci y Oliver
      Stone en otra. Supongo que queda claro. Saludos a todos, y no se engranen. 
       
      Christian Vernal (Buenos Aires,
      Argentina. Edad: 33)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (21)  | 
    Diciembre
      19, 2000 | 
   
  
     
      Me parece que las criticas son muy
      elocuentes y finas. No obstante esto, el tema principal del filme se ha
      omitido de forma deliberada. Primero me gustaria saber si ese libro existe
      en realidad o es producto de la imaginacion del guionista. Si existe en
      realidad, y existio un Aristides Torchia quien fuera quemado vivo a
      mediados del XVII por la inquisicion ya cambiaria el angulo de la critica
      y tendriamos una fascinante trama sobre un texto real. La eleccion del
      tema no es casual en Polanski, en todas las peliculas que he visto de este
      director el tema del Mal es tocado de forma recurrente. La pelicula tiene
      escenas crípticas y vedadas como las imagenes del libro en cuestion.
      Tambien se ha criticado a Emmanuele Seigner. Mas alla de sus aptitudes
      como actriz el papel de ella tambien tiene un significado oculto en esa
      obra. En fin, creo que esa obra es un singular acertijo, similar al que
      tiene que develar Balkan.
       
       
      Juan Pablo Martini (Las parejas,
      Argentina. Edad: 28)
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    LA
    ULTIMA PUERTA (22)  | 
    Enero
      26, 2001  | 
   
  
     
      Dado que al parecer de nuestro amigo Marcelo de Martinez en nuestra
      anterior intervención lo hemos hecho faltos de sustento en nuestras
      propias ideas, aquí va una opinión más vitamínica
      sobre la película: 
       
      POLANSKI: UNA RETÓRICA DEL MAL 
       
      Desde que el cine comenzó a consolidarse como séptimo arte y hasta la
      actualidad, ha existido una multiplicidad de discursos que abordaron su
      entrañable, pero conflictiva a la vez, relación
      con la literatura. Si bien los mecanismos de abordaje fueron múltiples,
      en todos ellos se cruza inexorablemente un concepto que funciona como
      puente y genera a la vez un amplio abanico
      de posibilidades teóricas que recién en el presente comienzan a
      iluminarse. Se trata de la noción de adaptación y con ella todos los
      mecanismos que entran en juego en la transposición
      de un texto literario a una película. Un dato que refleja su importancia,
      a pesar de vincularse con la actividad de la industria, dice que el 85% de
      los films que han recibido el óscar
      a la mejor película son adaptaciones. 
       
      Adaptar implica una amplia gama de opciones estéticas e ideológicas y si
      bien los motivos responden a variados intereses, podemos tomarnos la
      libertad de ordenarlos en tres direcciones
      que consideramos relevantes a la hora de buscar una posibilidad de
      análisis sistemático frente a tan heterogéneo campo de estudio. La
      primera variante se podría expresar de la
      siguiente manera: se adapta para ser fiel al texto. El prestigioso
      director japonés Akira Kurosawa nos decía a propósito de su adaptación
      de El idiota de Dostoievski: Tomo un texto que me
      gusta, y trato de representarlo, de modo tal de respetar su valor
      "literario". 
       
      Esto nos lleva a pensar en un problema que subyace a esta opción, a
      saber, el terreno que cede el lenguaje cinematográfico a la literatura,
      el potencial de expresión que pierde ante una obsesión
      que, en frecuentes casos, termina con películas extraviadas en su propia
      imposibilidad. Son ejemplos de ello, las diez horas dedicadas por Eric von
      Stroheim a Avaricia (1923) para
      adaptar la novela Mc Teague de Frank Norris, o el menos afortunado Hamlet
      (1997) de cuatro horas dirigido por Kenneth Branagh. 
       
      La segunda variante es la que concibe el proceso de adaptación para
      capturar lo que podríamos denominar el espíritu de un texto, cierta
      atmósfera. Sin necesidad de reproducir en la pantalla
      la misma historia se buscaría recuperar un núcleo de sentido, una
      experiencia de lectura, que es lo que lleva a cabo, por citar un ejemplo,
      el canadiense David Cronenberg cuando adapta
      Almuerzo desnudo de William Burroughs o Crash de James Ballard. Si bien en
      estos casos, el cine se ubica en un espacio construido por la literatura,
      el reconocimiento de sus propias
      limitaciones al trasladar un texto literario a sus propios códigos
      permite que el director se maneje con mayor soltura. 
       
      Lo anterior introduce una tercera dirección, la que privilegiaremos en
      este comentario, por ser la más arriesgada pero a la vez la más
      personal, consecuentemente con una determinada visión
      de mundo que proyecta el director al utilizar el material literario. Se
      trata de la adaptación como traición. Y traicionar a un texto es ser
      fiel a uno mismo. El extremo de este procedimiento
      lo encontramos en las llamadas adaptaciones libres como la lectura que
      hace Almodóvar en Carne Trémula (1997) a propósito de la novela de Ruth
      Rendell Live Flesh (1986) o la
      conocida Blow up de Antonioni a partir de Las babas del diablo de
      Cortázar que el mismo escritor nos narra en el famoso encuentro de
      escritores y cineastas en Tolouse en medio
      del exilio, allá por el año 1978. 
       
      En este contexto, insertamos la figura de Roman Polanski, puesto que las
      sucesivas adaptaciones que ha llevado a cabo fueron consecuentes con esta
      posibilidad de traicionar a favor de
      una determinado trabajo, visible en todas sus producciones, en torno a la
      construcción de una retórica del mal que se traduce en una profunda
      reflexión escindida bajo la fachada de los
      géneros que ha utilizado como auxiliares. Dicha postura refuerza la idea
      defendida por los críticos de Cahiers du Cinéma sobre la política de
      autor, donde la figura del director cobra relevancia
      ante la pregunta de quién narra en un film, a pesar de ser el cine una
      tarea comunitaria. Creemos que la figura de Polanski se ajusta a dicha
      concepción pues cada una de sus películas
      reinventan su visión del mal. 
       
      Una vez delineado el marco teórico, introducimos a continuación un
      análisis comparativo entre la novela de Pérez - Reverte y la película
      de Roman Polanski. Esta primera etapa descriptiva
      nos será útil para observar las discrepancias sustanciales que existen
      entre un material y otro, y que obedecen a una particular lectura que hace
      el director del texto. En principio,
      la adaptación que Polanski lleva a cabo con respecto a la historia de la
      novela evidencia un doble procedimiento que modifica sustancialmente el
      orden de los hechos dispuestos
      por Pérez-Reverte. 
       
      En primera instancia, selecciona sólo un aspecto de la trama general. La
      historia del club Dumas en la película no existe. El enigma del
      manuscrito de El vino de Anjou no se trata en absoluto
      en ningún momento. El nombre de Dumas no se menciona jamás en boca de
      ningún personaje. Una vez seccionada la historia general, Polanski
      trabaja solamente la del libro de Las
      Nueve Puertas del Reino de las Sombras pero tomando elementos que
      pertenecían a la historia del club Dumas. Aquí entra en juego la segunda
      instancia. A partir de allí, Polanski pone
      en escena un juego de alteraciones que socavan progresivamente el clima
      bestselleriano de la novela para llevarlo a su propia atmósfera. 
       
      En cuanto al narrador, en el texto de Pérez-Reverte lo hay en primera
      persona: Boris Balkan. Su importancia es radical puesto que es quien tiene
      un conocimiento total de los hechos a los
      que manipula para cumplir con sus intereses. Además es el creador de El
      Club Dumas. Polanski realiza una modificación sustancial al texto,
      trabajada de manera muy sutil. Primero porque
      no focaliza el relato de la historia desde algún personaje, es decir que
      toda la historia transcurre como la vive Corso, el protagonista. Ningún
      hecho es ajeno a él. En todas las escenas
      se está mostrando lo que Corso vive, y el nivel cognoscitivo de la
      historia se corresponde con el devenir de los hechos en la travesía del
      personaje. Pero Polanski no sólo se conforma
      con desestructurar el eje narrativo de la novela sino que traslada
      también el nombre de Balkan a otro personaje. 
       
      Asimismo, la trama obedece en la película a una lógica que tiene como
      principal enigma el desciframiento de la clave escondida detrás de los
      nueve grabados, hecho que aparece exacerbado
      con respecto al tratamiento que se le da en la novela. El énfasis puesto
      en esa dirección desencadena implicancias ideológicas muy fuertes porque
      está destinado a concebir una
      determinada idea de omnisciencia que más adelante explicaremos. 
       
      La clausura de la película evidencia una notable modificación en cuanto
      a la novela. Sin embargo, el procedimiento revela una audacia mayor si se
      tiene en cuenta que se altera también el
      final del guión. En este punto, la adaptación comienza a moverse en el
      terreno de la traición a través de un juego de sutilezas que conviene
      aclarar para notar las principales diferencias: 
       
      En la novela, Corso descubre el enigma del grabado falsificado causa del
      rito fallido llevado a cabo por Vorja. Su tarea concluye allí. En el
      guión, el protagonista no descubre la clave por sí
      mismo puesto que es la muchacha (Emmanuelle Seigner) quien se la entrega.
      Su historia no termina aquí pues Corso se muestra decidido a resolver el
      problema para saciar su curiosidad por
      lo que termina compartiendo los mismos intereses que Balkan. Finalmente,
      escapa con el grabado auténtico en sus manos. 
       
      En la película, esa lógica de los hechos se ve complementada por una
      escena que gana en contenido expresivo en la que el protagonista logra
      acceder al conocimiento que le había sido vedado
      a Balcan, en un final abierto por el poder de sugestión que transmite:
      Corso se dirige hacia un castillo donde se proyecta una intensa luz desde
      su puerta principal. 
       
      En cuanto a los personajes, Polanski introduce modificaciones que
      trascienden el hecho de recortar una parte de la trama general de la
      novela. Nos detendremos en la figura del protagonista
      que es la más visible, acorde con los propósitos ideológicos del
      director. Si bien conserva el mismo apellido, Corso, las alteraciones
      pasan por otros aspectos vinculados con
      la atmósfera que Polanski recrea a partir de la novela. El Corso de
      Pérez - Reverte es un mercenario. Dice Balkan en la primera página del
      texto "Corso era una mercenario de la bibliofilia".
      El autor de la novela lo coloca como un hombre sin escrúpulos, que sólo
      trabaja por dinero. En el final este concepto se lleva al extremo. Cuando
      creemos que el muchacho va a
      integrarse al rito de Vorja o a tomar partido interviniendo negativamente
      o impidiéndole que se queme, lo único que hace es repetirle:
      "quiero mi dinero". 
       
      El Corso de Polanski no sólo que en la misma escena no pregunta por su
      dinero sino que está totalmente abstraído en conocer el secreto para
      poder acceder al conocimiento de la clave por
      la que ha estado trabajando, al punto de robar los grabados. Le interesa
      el enigma mucho más que al de Pérez - Reverte y se ha perdido en la
      trama del texto, la misma que el espectador
      espera develar. Cuando la muchacha le advierte que su papel ya terminó en
      la historia, él le responde que no, que no ha terminado aún. Por otra
      parte, Polanski deshumaniza a Corso,
      al eludir, entre otras cosas, una historia de amor previa, para otorgarle
      un carácter más atemporal, acorde con una idea de destino trabajada a
      partir de la correspondencia entre sus actos
      y los nueve grabados. Su egocentrismo se ve vulnerado por el devenir
      preestablecido de hechos que exceden su capacidad racional a la manera de
      los personajes de Chandler a los que
      Polanski admira sin duda. 
       
      ¿A qué responden éstas modificaciones que incluso van más allá del
      propio guión?. Los cambios anteriormente descriptos, suponen una
      transgresión radical hacia el corazón mismo de la
      novela pues apuntan a elementos estructurales, tales como el orden de la
      historia, la figura del narrador, la lógica de la trama y el tratamiento
      de los personajes. Esto nos lleva nuevamente
      al concepto de traición enunciado en la introducción de este trabajo
      cuya efectividad comienza a ponerse en evidencia desde el título mismo de
      la película que literalmente se traduce
      "La Novena Puerta". 
       
      El cambio de título implica una orientación temática hacia un terreno
      que el director ha trabajado en sus films anteriores, a saber, la
      cuestión del mal. El numero nueve plantea desde el comienzo
      un intertexto con La Divina Comedia de Dante y su travesía de los nueve
      círculos del infierno. Más allá de la simbología del número, el
      itinerario de Corso guarda similitudes con el
      recorrido del poeta florentino pero con una diferencia sustancial que
      vuelve a confirmar cómo el material literario sirve una vez más de
      fuente de inspiración para Polanski. La progresión
      en el conocimiento del pecado le permite a Dante liberarse del mismo,
      mientras que a Corso lo sumerge aún más en su propio destino: el
      contacto con el mal. Por otra parte, la figura
      de la muchacha opera como un falso Virgilio, ya que su función de guía
      es consecuente con dicho objetivo. El protagonista tiene la misma edad que
      el poeta y a su vez la idea de las
      nueve puertas también se corresponden con pasajes bíblicos como el
      siguiente: "En la tranquilidad de mis días, voy a caminar hacia las
      puertas del sol" que nos remite al principio y a la
      escena final. 
       
      Todo este juego de intertextualidades nos conduce en principio a dos ideas
      que se irán reinventando en cada una de las películas del director. La
      primera de ellas consiste en una profunda
      reflexión sobre el mal, no como una entidad que se agota en una
      determinada figura sobrenatural sino, más bien como algo imperceptible
      que utiliza diversas formas para manifestarse. 
       
      En el sentido lacaniano del término se nos presenta como sinónimo de
      horror, angustia, resistente a toda simbolización, imposible de capturar
      por la red de signos. En relación a esto toda
      la filmografía de Polanski representa una búsqueda por indagar en la
      naturaleza del mal, demostrando al mismo tiempo esa imposibilidad, donde
      cada historia no es más que un eslabón
      de una cadena de ausencias. 
       
      Las figuraciones utilizadas para connotar esta retórica varían desde
      rostros exacerbados hasta la desesperación y situaciones que se inscriben
      en un marco de perversidad absoluta. En lo
      que concierne al primer punto se cruza una idea que el director comienza a
      trabajar ya en sus primeros cortos y que tiene que ver con una concepción
      particular de la vejez. Los rostros flagelados
      por el tiempo, denunciados a través de primeros planos, no aportan una
      visión serena y por el contrario se asocian con una variante negativa de
      la muerte. El mal se manifiesta en
      la medida que como humanos estamos afectados a la temporalidad y al
      devenir de los hechos conforme a una concepción determinista donde todos
      somos partícipes de una voluntad siniestra. 
       
      También el aspecto físico de cada uno de los protagonistas se relaciona
      con la idea anterior en la medida que participan de una estética de lo
      feo que contrasta notablemente con las exigencias
      de la industria (Catherine Deneuve en Repulsión, Jack Nicholson en
      Chinatown, Mía Farrow en Rosemary´s Baby, el mismísimo Polanski en The
      Tenanth y Johnny Deep en The
      Ninth Gate). Son antihéroes que responden -como propagadores
      inconscientes del mal- a una lógica a través de la cual sus historias
      progresan negativamente hasta el punto sublime
      de la resignación (cfr. los finales): son los que "hacen sin
      saber" y están sometidos a fuerzas que no controlan. 
       
      La clausura de la película es un claro ejemplo de lo anterior. La
      modificación con respecto a la novela y al guión es un síntoma que
      refleja una actitud, una determinada visión del destino
      que maneja el director. Recordemos que en la escena final el protagonista
      decide -se somete- a utilizar el poder que le confiere la clave del libro
      que acaba de descubrir. Desde ese
      momento Corso pasa a formar parte de la galería de personajes del
      director que participan de esta visión del mal. 
       
      Además, no hay relatores omniscientes en sus films porque el constante
      devenir de los hechos obedece a una presencia que se encuentra más allá
      de las palabras y de la razón humana (visión
      determinista negativa) a pesar de que a veces este papel pueda
      transmutarse en determinados agentes, como por ejemplo la muchacha
      (Emanuelle Seigner) quien conoce el destino
      final de la historia desde un comienzo, de la misma manera que el esposo
      de Rosemary (John Cassavetes) comprendía el rol de su mujer. 
       
      Como podemos observar a través de este recorrido, los procedimientos de
      adaptación revelan un complejo entramado de sustituciones, silencios,
      omisiones y transformaciones que tienden
      a construir un discurso que se manifiesta como constante a través de toda
      la carrera del director. En este sentido lo literario aparece subordinado
      a un propósito que pone en evidencia
      un lenguaje cinematográfico personal y que responde a la propia visión
      del mundo que posee este director. 
       
      Dentro de éste contexto, el film se revela como el epílogo de un
      recorrido que pasa por todas las películas del director. En "La
      novena puerta" -como hemos descripto anteriormente- se abordan casi
      todas las obsesiones que lo vienen ocupando, y con envidiable coherencia y
      sarcasmo. La escena de la secta es una parodia con envidiable sentido del
      humor (recordemos la primer
      esposa del director murió a manos de una de ellas), Con ella Polanski
      solo quiere demostrar que el mal no está detrás de estas celebraciones
      de culebras y viudas con ansias
      de alegría. Es que para él, la idea del mal es algo mucho más complejo,
      menos extravagante y que no asume una sola cara. Para corroborar este
      dato, tenemos todas las historias
      que lo han ocupado a los largo de su filmografía, donde se compone una
      perfecta genealogía de las diferentes formas en que el mal se puede
      expresar. 
       
      Es que en ésta película Polanski, decidiendo traicionar el texto y
      generando una relectura del mismo, nos expone, a modo de clausura (ésta
      parece ser quizá la última puerta también de Roman
      Polanski, quien creemos ya ha agotado con éste film su propia temática y
      no podemos imaginar ahora con qué se puede despachar), su idea del mundo,
      en éste caso trágica, oscura,
      y muy personal. 
       
      NOTAS AL FORO: 
       
      Finalmente queremos decir dos cosas en relación al foro: 
       
      1.- Marcelito, el síndrome de la decadencia que decís está pululando en
      el mundo cinematográfico está íntimamente relacionado con vos, que
      debés tener la saga completa de "Tiburón, Delfín
      y Mojarrita", la que seguro incluirás (tranquilo de cuerpo y alma)
      en el escaparate de "policiales" en tu video club oriental. 
       
      2.- Por otra parte, nos sumamos a la original idea del destacado forista
      mencionado que propone de dividir el foro en dos: por un lado estarían
      todos los entendidos y por otro él. 
       
      Guillermo Irineo Morris y José Erdosain (Argentina) | 
   
  
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    LA
    ULTIMA PUERTA (23)  | 
    Enero
      31, 2001  | 
   
  
     
      Realmente, pensé dos veces antes de volver a escribir algo mas sobre esta BASURA de Polanski ya que hasta las malas criticas, a la larga,
      terminan sirviendo de publicidad a favor. Pero es que parece mentira, que haya gente que se considere muy apta para hablar de cine solo por
      el hecho de hablar a lo chupamedias de su falso gurú o por suponer que los demás no ven las huevadas que ellos ven o creen ver. 
       
      Guillermín y Josesito: como es casi seguro que lo que estoy diciendo va dar a luz otro kilométrico y embolante comentario afanado de alguna
      revista o librito, no me voy a gastar mucho en seguir con este tipo de comunicación. Conste sí, que JAMAS propuse una división de este
      democrático y abierto foro como la que ustedes insidiosamente proponen. Ya que se van a molestar en teclear la respuesta a lo que
      estoy diciendo les pediría, además, que me indicaran donde carajo propuse eso
      en mis comentarios anteriores. Y en cuanto a lo de la decadencia ajena...
      JA, JA miren quienes hablan!... ¿"Tiburón", "mojarrita..."? ¿Lo qué? Por favor. 
       
      LA ULTIMA PUERTA=Franquicia agotada=Punto final al tema. 
       
      Saludos a todos. 
       
      Marcelo Martínez (Montevideo, Uruguay. Edad: 30)  | 
   
  
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