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    SOLO
    GENTE 
    Argentina, 1999  | 
     
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    Dirigida por Roberto Maiocco, con Pablo Echarri, Lito Cruz, Martín Ajdemián,
    Cristina Banegas, Ulises Dumont. 
     
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    Ignacio (Pablo Echarri) acaba de finalizar sus
    estudios de medicina en la Universidad. Ahora tiene que enfrentarse con la vida. Sus
    compañeros, con los que ya se encuentra trabajando en un hospital público, han tomado
    diferentes decisiones sobre cómo actuar frente a esta situación. Está el que hace
    oídos sordos, el que acepta sin chistar la realidad terrible de un lugar donde la vida
    humana vale menos de lo que debería, y está también quien quiere utilizar la situación
    como un trampolín hacia el éxito y la fama, pisando cabezas y hasta arriesgando la vida
    de sus propios pacientes si es necesario.A todo esto, Ignacio se encuentra
    desconcertado, no termina de saber qué hacer. Hasta que, gracias a un moribundo que se
    conmueve (aun en la inconciencia) cuando escucha sus melodías favoritas, el joven médico
    comienza a descubrir el poder "del escuchar". Los pacientes con los que se topa
    hablan un lenguaje que la "fría medicina" no entiende: el de sus desazones, sus
    temores, su resignación. Esos son los síntomas de la enfermedad que Ignacio se decide a
    combatir. Echarri mantiene diferentes encuentros que podrían catalogarse
    generacionalmente: el joven que quiere terminar con su vida, el hombre que se hace viejo y
    quiere recuperar algo de lo que le dio a la vida, el anciano moribundo del que no se sabe
    si no sería mejor... que pasase a mejor vida. Sólo sumando sensibilidad a su
    profesionalismo logrará salvar a esas almas que todos los días se le van de las manos,
    esas que otros profesionales más egoístas permiten que se pierdan por negligencia. 
    En algunos momentos, el segundo largometraje de Roberto Maiocco (su debut fue el
    policial Gracias por los servicios con Lito Cruz y Ulises Dumont, que aquí vuelven
    a acompañarlo) se acerca a aquel empalagoso discurso sobre la muerte que fue Patch
    Adams. O derrapa en un efectismo barato que no tiene cabida en el realismo del film
    (la escena en la que el saxofonista de rock realiza un inesperado solo en unas ruinas
    acompañado de una iluminación imposible, por ejemplo). En otros permite ver, al fondo,
    la terrible realidad de los centros sanitarios del Tercer Mundo. 
    Este film tuvo gente que se comprometió con su realización, otra que lo apoyó (la
    información de prensa menciona un espaldarazo del mismísimo Leonardo Favio, junto a unos
    cuantos premios en festivales) y cuenta con un reducido circuito de distribución y
    exhibición. Seguramente también tendrá su público. Actores consagrados como Lito Cruz
    y Walter Santa Ana llevarán a algunos a los cines, y el galán televisivo Pablo Echarri
    atraerá a muchísimas espectadoras más. Esa parece ser la idea. 
    Máximo Eseverri
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