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    Oportuno estreno de un film 
    que hace patente a través de un drama familiar relativamente privado el 
    estado absurdo a que está sometida la población que sufre los conflictos 
    sociopolíticos en Medio Oriente. El pueblo druso, islámico, habitante de las 
    Alturas del Golán, territorio originalmente sirio pero ocupado por Israel 
    desde 1967, carece de nacionalidad propia a causa del litigio, y su 
    documento de identidad reza "nacionalidad indefinida", por ridículo que 
    parezca. Los habitantes de esa zona se encuentran divididos entre quienes se 
    oponen a la ocupación israelí y siguen ligados a Siria y los 
    colaboracionistas de Israel, con el agravante de que cuando un druso 
    atraviesa la frontera para ir a vivir a Siria, tiene prohibido el reingreso. 
    Este 
    mundo fracturado está reflejado en la historia de una familia cuya hija 
    menor va a casarse con un pariente que no conoce, y que vive en Siria. Para 
    festejar la boda y despedir a la novia se reúne la familia en el hogar, cuyo 
    patriarca es un rebelde combativo que está siendo observado por la policía 
    israelí. Uno de sus hijos lleva adelante difusos "negocios" en Italia; el 
    otro ha violado los mandatos del clan al unirse a una extraña, vive en Rusia 
    y es considerado un paria, mientras que la hija mayor, verdadera 
    protagonista del drama, es una rebelde que no acata las tradiciones y lucha 
    por los derechos de la mujer en una sociedad represiva. La interpreta Hiam 
    Abbass, a quien acabamos de ver en El paraíso ahora como la madre de 
    uno de los suicidas. 
    La 
    película es una versión árabe de las comedias costumbristas de casamiento, 
    sólo que en este caso particular deriva hacia el melodrama. El guión escrito 
    por el director israelí Eran Riklis y la periodista y documentalista 
    palestina Suha Arraf tiene un evidente fin didáctico y baja línea 
    sobre una realidad política y social tan dolorosa como absurda. La película 
    se inscribe en la nueva corriente del cine israelí que dirige una mirada 
    crítica sobre la conducta de Israel hacia los árabes que viven en su 
    territorio (es el caso de Close To Home y los documentales El muro,
    5 Días, Zero Degrees Of Separation, Ruta 181 y la obra 
    de Eyal Sivan, todos films vistos en los últimos festivales, y la 
    recientemente estrenada Caminando sobre el agua). 
    Resulta 
    demasiado ambicioso pretender resumir toda la dimensión del conflicto y sus 
    consecuencias tan complejas en un solo film. Este no logra sostener la 
    tensión dramática ni por otra parte evitar los lugares comunes, y cae en 
    estereotipos: padre y marido rígidos, nieta enamorada de un muchacho del 
    bando opuesto, hermano tarambana pero de buen corazón, mujer rebelde frente 
    a un marido conservador, las disputas y las reconciliaciones familiares, y 
    la incapacidad de las Naciones Unidas para solucionar un enredo político y 
    burocrático que somete a una familia. Gruesa parábola de una situación 
    política que trasciende a toda Asia Menor. 
    Josefina Sartora      
    
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