Todo comienza con nuestro galán (Brad Pitt) tratando de reconciliarse con su novia (Julia Roberts). Pero el chico guapo no sólo está con sus maletas en la calle sino que tiene como encargo una arriesgada tarea y su amada, pase lo que pase –luego de tratarlo de egoísta– le promete cumplir su propio sueño de viajar a Las Vegas. Mientras Julia se sube al auto para emprender ese viaje, Pitt llega a México para recuperar una pistola antiquísima y que por lo tanto le puede costar la vida. En un barsucho de mala muerte se encuentra con el sobrino del capomafia para el que trabaja. Este muchacho es el que tiene en custodia la pistola de marras. De allí en más Brad se encontrará perdiendo y recuperando el arma que originalmente –lo sabemos por flashbacks que muestran un casamiento sencillo y popular, cargado de ironía– había sido el regalo de un padre a su futuro yerno en un pueblito de México. El asunto es que otro hombre, amante de la niña vestida de blanco, depositó sus peores deseos en el arma con ansias de castigo. Así es que la bellísima pistola dispara según quién la utilice y con qué fines.

Mientras a Pitt le va de mal en peor (le roban el arma, pierde el pasaporte, no consigue hablar con la despechada Roberts), la chica sigue ruta hacia Las Vegas. En algún punto de ese periplo Leroy (James Gandolfini), un gángster sufrido, rudo y gay, secuestra a la heroína. Pero poco después ya la está aconsejando y preguntándole cosas de la vida como nunca pudo hacerlo el dandy de Pitt. En fin, al cabo de muchas trampas, develaciones y persecusiones con bastante chispa, Roberts y Pitt parecen tener a mano una segunda oportunidad gracias a un arma que funciona con su propia lógica.

Pasatista pero divertida, cargada de buenos gags y buenas intenciones, amén de la música "para chaparritas" que suena hasta el hartazgo casi a modo de excusa para acelerar ciertas escenas, La mexicana es una comedia sencilla y sin grandes pretensiones, no superproducida (más allá de un par de suculentos cachets), con un guión medianamente sólido y la participación de una pareja que tiene la taquilla atada.