Sandra Bullock nunca eligió muy bien sus películas, pero dentro de la
      comedia siempre supo salir airosa apelando a su incontenible carisma. Sin
      embargo, para sobrevivir este engendro de guión, cruza de comedia cursi
      con dramón edulcorado, hacía falta mucho más que carisma.
      La guionista de Thelma y Louise, Callie Khouri, se lanzó a la
      dirección con Divinos secretos. O más bien, saltó al abismo,
      porque más allá del guión (que es también suyo) previsible e
      inverosímil, como directora no ayudó para nada. La falta de ritmo y
      progresión drámatica de este film es agobiante. Largas escenas que no
      hacen más que explayarse con informaciones que el espectador retuvo
      previamente, otras impuestas a la fuerza para el lucimiento de actores con
      talento pero que, por su larga edad, son destinados a pequeños papeles
      que tienen su ¡gran momento!, tan gastado y sensiblero que termina
      por dejarlos en ridículo.
      Hay un drama madre/hija entre Vivi (Ellen Burstyn) y Sidda (Bullock).
      Esta última, famosa, cuenta en una entrevista a la revista Time los
      problemas con su progenitora, cosa que pone a la anciana totalmente
      furiosa. Acto seguido, tres amigas de la madre –que con ella forman la
      hermandad del título original- van a ver a Sidda, la duermen con una
      píldora, y se la llevan secuestrada para obligarla a escuchar el terrible
      pasado que ella desconoce de su madre.
      Esto transforma al presente del largometraje en un tiempo muerto
      abrumador, interrumpido por largos flashbacks de recuerdos que
      detallarán la historia negra de Vivi, plena en alcohol y angustias
      reprimidas.
      Este pasado lo conoce todo el mundo menos Sidda. Que nadie le haya
      contado nada –el padre, las amigas de la madre, la misma madre más
      allá de sus problemas psicológicos– a la pobre chica constituye un
      agujero de guión tan grande que la película se ve forzada a hacerles
      pedir disculpas a todos por no haberlo contado antes. Pero esto es tan
      incongruente como el hecho de que ella misma haya vivido creyendo otra
      cosa.
      Lo único que parece haber recibido la debida atención por parte la
      directora es el acento de Louissiana. Todas las actrices prepararon su voz
      para conseguir un tono similar (tan marcado que por momentos distrae). Con
      respecto al reparto –se trata de una de esas películas producidas para
      cosechar premios actorales–, únicamente Ashley Judd (quien interpreta a
      Vivi en su juventud) despega de la mediocridad. Ellen Burstyn hace todo lo
      posible para rescatar a su personaje y Sandra Bullock apenas disfruta de
      unos primeros minutos de comedia, para luego perderse entre los baches del
      metraje. Por lo demás, Maggie Smith está insoportable y James Garner
      apenas si pone la jeta.
      Para "deleite" de quienes despotrican contra el cine
      mainstream americano, Divinos secretos es una película horrible.
      Merece quinientos Oscar... y ningún espectador. Reconozcamos que, al
      menos, la producción tuvo el tino de acompañar los títulos finales con
      un tema de Bob Dylan, Waitin for you. Como para empezar a olvidar el mal
      rato y no escapar encolerizado de la sala.
      Ramiro Villani