El día de la bestia consagró al español Alex de la Iglesia como un consumado
director del género sangriento. Sazonado, en este caso, con muy oportunos toques de
comedia.La historia arranca en
Madrid a pocas horas de la Nochebuena de 1995, cuando un cura pequeñito y calvo (Alex
Angulo, insuperable) se pone a rastrear al Anticristo. Un gordo tatuado, fan del heavy
metal (el director de culto Santiago Segura) y un supuesto experto en magia negra lo
acompañan. Los ampara es un decir una de las noches
más siniestras que ha dejado ver el cine en mucho tiempo.
Las señales del Apocalipsis, que no se
hacen esperar, combinan un muy sólido aprovechamiento del mito diabólico con los rasgos
más perversos de la capital española actual: carteles ominosos, sombríos frentes
edilicios, bandas de fascistas masacrando sin piedad a los sin techo.
El plato se completa con encuadres
exquisitos, ritmos de montaje febriles y una rica galería de roles secundarios, que
convierten a El día de la bestia en uno de los pocos títulos insoslayables del
cine de terror finisecular. |