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ARREGUI, LA NOTICIA DEL DIA

Argentina, 2001


Dirigida por María Victoria Menis, con Enrique Pinti, Carmen Maura, Damián Dreizik, Lucrecia Capello, Vanesa Weinberg, Alicia Zanca.



Leopoldo Arregui es un abúlico e ingenuo archivista de un anexo de tribunales que empieza a creer que tiene sida por una avivada de un médico, que para hacerle donar un poco más de sangre lo convence de que la prueba anterior debe ser repetida por resultado anómalo. Arregui, como el Loman de Arthur Miller (no es lo único que remite a La muerte de un viajante en el film; atención a la secuencia del despido), sufre una crisis existencial que lo llevará a un cambio radical de carácter.

Si decimos que el grotesco es un "género" que, mediante violentos contrastes, intercala escenas de horror y humor, y construye personajes exagerados, entonces podemos definir a esta película como grotesca. En realidad, Arregui... mezcla elementos grotescos con otros naturalistas (en su afán de imitar el habla coloquial).

Una aspirante a escritor debería ver más films argentinos que uno a director. La escritura de diálogos que enfrenta cualquier guionista argentino está destinada a convertirse (o no, si fracasa) en uno de los pocos registros del habla cotidiana de este país, debido a la escasa publicación de escritores nacionales contemporáneos (de paso nómbrenme tres escritores jóvenes argentinos convenientemente editados). En Arregui..., como en algunos otros títulos (Nueve Reinas, La Fuga –lástima ese final afectado–, las peliculitas de Raúl Perrone, etc.), podemos escuchar giros y frases que simulan, con dispar éxito (pero por lo menos tratan), un idioma argentino. De a poco vamos dejando de lado las puteadas como principal y único elemento para representar el habla argentina en la pantalla grande.

El problema fundamental de este film de María Victoria Menis (que fue grabado en video digital y luego transferido a fílmico) no pasa por allí, sino por la fastidiosa redundancia de escenas pintorescas... e inverosímiles. El baile judío es un buen ejemplo, y ni hablar del final: no sólo es evidente la similitud con otro muy conocido del cine grotesco local, sino que es dramáticamente pobre y, hay que decirlo, tontísimo.

Enrique Pinti sigue siendo mejor cómico aforístico que actor serio, pero es muy respetable su actuación. Es sobrio en muchas escenas y, cuando no lo es, hay que culpar a la directora (propongo que siempre se culpe a los directores cuando un actor está mal; es común en nuestro cine maltratar al actor apuntando la cámara a situaciones y gestos que estarían mucho mejor fuera de cuadro –recordar Antigua vida mía).

Merecidos aplausos también para los demás actores (especialmente el Beto de Daniel Casablanca). Respecto de Carmen Maura, actriz habitual de Almodóvar vista en la reciente La comunidad de Alex de la Iglesia, deben saber que aparece pocas veces; interpreta a la Sra. Arregui, una española que conoció a su esposo en un carnaval correntino mucho tiempo atrás.

Las promesas del guión son constantemente frustradas por dos elementos: el desarrollo mismo del guión, y la música. Sobre lo primero: cada vez que surge una buena escena (como la del colectivero y Arregui charlando después que casi se matan), rápidamente un diálogo "utopista" o nostálgico viene a marchitar el esfuerzo; así Arregui dice que le gustaría andar a caballo por no sé qué provincia, con sombrero y todo (¡imagínense a Pinti cabalgando con sombrero por las provincias!). Sobre la música: tangos orquestales a lo Piazzolla para la escena en que (¡qué ganas de joder!) Arregui y señora reviven el día que se conocieron (perdón por los paréntesis, pero estas cosas deberían guardarse para la vida y obviarse en las películas).

Adrián Fares     


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