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AHORA O NUNCA
(Come Te Nessuno Mai)

Italia, 1999



Dirigida por Gabriele Muccino, con Silvio Muccino, Giuseppe Sanfelice di Monteforte, Giulia Steigerwalt, Luca De Filippo, Anna Galiena.



En tiempos como los que corren, en que lo usual es acceder a un cine artificioso, acartonado y ajeno, Ahora o nunca resulta una propuesta vivificante. En primera instancia porque no es difícil sentirse identificado con alguno de los personajes de la película del italiano Gabriele Muccino. Pero también porque, si esto no sucede, al menos el espectador reconocerá tipos humanos, situaciones, frases y pensamientos que le son familiares. Esa proximidad con los personajes y con lo que se nos cuenta acompaña a cada tramo de la narración.

Cabe situar a Ahora o nunca en el contexto de las formas que ha elegido casi siempre el cine para abordar la problemática adolescente. A grandes rasgos se podrían reconocer dos grandes grupos, ambos provenientes del cine norteamericano. Por un lado las comedias de colegios secundarios, con fórmulas desgastadas y personajes que aspiran a conseguir pareja, debutar sexualmente o ser aceptados en determinados círculos. Por el otro las versiones algo más "oscuras", animadas por jóvenes atormentados por la incomprensión del mundo adulto -muchas veces vacío- que los rodea. Y que ante semejante situación se inclinan por buscar refugio en las drogas o el alcohol. En este marco, Ahora o nunca se destaca como una propuesta fresca, espontánea, sincera. Como una expresión de las ideas de un realizador.

Lo más interesante no radica en el poco menos que imposible descubrimiento de facetas inexploradas del mundo adolescente, ni en el gambeteo de las drogas o las búsquedas afectivas y sexuales: los personajes de Muccino también están metidos en sus propias búsquedas, anhelan enamorarse y tener sexo, fuman marihuana y son más o menos ingenuos. En la superficie, se parecen a los adolescentes de las comedias y los dramas mencionados. Sin embargo, si se escarba un poco (o si se mira con atención), la diferencia saltará a la vista. La naturalidad de los personajes y las situaciones, la profundidad para tratar algunos temas, la complejidad para referir las relaciones humanas y, sobre todo, la mirada del director y el compromiso con que los personajes persiguen algo en qué creer, todo esto transforma a Ahora o nunca en una película distinta.

Silvio es el protagonista. El que, en los primeros minutos, asiste con su grupo de amigos a una asamblea en su escuela, en la que se decide tomar la institución para protestar por la privatización de la educación y para contribuir a una toma de conciencia colectiva entre el resto de los compañeros de aula.

El móvil de la medida de fuerza, que luego concretan, se plantea con la misma ambigüedad que reina cuando intentan definir su ideología "de izquierda", dar sustento teórico a su amor por el comunismo y por Ernesto Che Guevara -cuya imagen flamea en sus banderas-, decidir quiénes son los "verdaderos enemigos", etc. Y no obstante, actúan. Silvio y los suyos no quieren quedar al margen de esa acción y, a pesar de las recomendaciones y amenazas paternas, participan de la toma. En tal contexto se produce una situación confusa que involucra a Silvio y a la novia de uno de sus amigos: las versiones sobre el beso que le roba a Valentina en una dependencia de la escuela se irán deformando hasta provocar peleas y ofensas entre todos los adolescentes implicados.

Esta situación forma parte de uno de los costados de la historia: la búsqueda personal de Silvio, que también incluye los conflictos que mantiene con sus padres. El otro costado es el reflejo de la militancia adolescente, el ansia por encontrar un objetivo por el cual luchar, la resistencia a aceptar que las causas sociales y las grandes ideas políticas están muertas.

Las dos aristas de la historia sintetizan la mirada de Muccino, su opinión. Entre los valores universales y comprometidos de la militancia y los valores personales (como el amor y la amistad), por momentos parece inclinarse hacia los segundos. Pero es sutil. Durante la toma, por ejemplo, se organiza una proyección de cine político que genera la concurrencia inmediata de los adolescentes al aula designada. Allí, el director nos muestra que pocos prestan atención a las imágenes sobre la pared. Su cámara recorre uno por uno a los demás, que indiferentes ante las gestas políticas se dedican a prodigarse mimos.

Si bien el guión tiene algunos momentos flojos (los diálogos de los chicos y las chicas en paralelo, al comienzo), en general resulta inteligente y prodiga momentos divertidos e irónicos que aluden a la militancia política en Italia desde los '60 en adelante.

Bien filmada y narrada, Ahora o nunca suma un elemento decisivo a la hora de alcanzar la naturalidad. Está interpretada por actores no profesionales, menores de 16 años, que en la vida real tomaron sus escuelas por diferentes motivos. En definitiva, habrá que tener en cuenta este dato antes de plegarse al coro que sentencia que los jóvenes del 2000 le esquivan el bulto a la militancia política.

Eugenia Guevara      


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